Translate

martes, 10 de septiembre de 2013

Gritando bajo las notables gotas.

Sentía el agua fría recorriendo los senderos de mi rostro, descansando bajo las cuencas de los ojos. Mi camiseta se adhería a mi cuerpo empapado por la lluvia y el rencor, mientras debajo de la fina tela se distinguía la textura del sujetador que sostenía mis pechos. El pelo pesaba y caía sobre mi ropa, mojándola aún más. Estaba en calcetines y éstos estaban calados y sucios, debido al barro con el que había tropezado mientras corría. Miraba hacia arriba, manteniendo la vista fija en un punto, en el que no había nada más que los negros nubarrones que oscurecían el cielo. Pese a que me encantaba la lluvia, aquella vez la sentía fría e indiferente. Simplemente solamente podía notar cómo las gotas caían de forma ininterrumpida sobre mi cara, que se contraía en muestras de dolor. Llegó un momento en el que noté la calidez de las lágrimas que emanaban de mis ojos y, al contrario, el agua fría que seguía cayendo en mi cuerpo. En ese mismo instante, abrí la boca y grité. Grité lo que había callado, exclamé todo lo que sentía y también lo que sabía que acabaría experimentando. Grité la angustia, el rencor y la tristeza; grité la rabia que corría por mis venas sin descansar y que me corroía por dentro. Grité acerca de las agujas que se depositaban, mordazmente, en mi corazón y lloré de impotencia. Acerca de la dura vida, sobre la cruel muerte. Solamente me desahogué. Pero no paró de llover, por lo que seguía sintiendo el frío en mi cara. Aún así, no sé por qué, pero la lluvia dejó de ser tan gélida. Acerqué mis pequeñas manos a mi rostro y me sequé las lágrimas que poco a poco iban frenando. Y, entre todo ese caos, esbocé una sonrisa que también acabó empapada, pese a eso, seguiría siendo cálida, no dejaría que nadie la tiñese de inhumanidad nunca más. Volví a levantar la vista al encapotado cielo y sentí cómo dentro de mí nacía un enorme arcoíris que derrotaba los recodos más oscuros de mi mente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario