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domingo, 8 de septiembre de 2013

Auxilio: 3ª parte

Al instante deseché esa grotesca idea de mi cabeza ya que era imposible que aquel chico con el aura tímida que emanaba de su rostro calmado pudiese ser peligroso. Su mirada tranquila e inocente me tranquilizó y me sentí como en casa, con la única diferencia de que en mi hogar siempre estaba sola. Él, tembloroso, volvió a preguntar si mi estado estaba mejor y yo asentí, aliviada. De momento me sentía incapaz de decir algo, ya que mi garganta estaba seca y mis piernas doloridas. El chaval carraspeó y acto seguido dijo que se llamaba Hoshi y que tenía dieciocho años recién cumplidos. Sus mejillas se sonrojaron y sus ojos miraron hacia el suelo, señal que me confirmó lo difícil que tuvo que ser para él recogerme y ayudarme. Por un instante me pregunté si quizás poseía "venustrafobia", es decir, fobia a las mujeres y no pude hacer otra cosa que simpatizar con Hoshi, ya que yo también temía a los hombres. Sin embargo, aquel chico me inspiraba tranquilidad y me sentía a gusto en su compañía. Mientras estaba sumergida profundamente en mis pensamientos detectivescos volvió a levantar la vista del suelo para situarse en mi escote, ya que mientras estaba inclinada hacia delante se podían vislumbrar mis pechos. Rápidamente mi cara se tiñó de un rosado inusual en mi piel ligeramente bronceada y me sentí feliz. Me di cuenta de que llevaba puestos unos pantalones grises que me estaban grandes y le agradecí el detalle con una sonrisa, con la cual Hoshi se sonrojó y yo también. Era, realmente, un chico muy gentil. Sin embargo, su rostro tenía un matiz de frialdad del que aún desconfiaba, y quise adivinar cuanto antes si era solamente fruto de haber sufrido o afán de hacer sufrir a los demás.

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