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jueves, 5 de septiembre de 2013

Dan las doce en el reloj del castillo

Cuando te cansas de esperar lo único que queda es el tiempo. No queda nada más. Pues solamente quisiste aguantar en tu sitio debido a que esperabas algo. Y, aunque supieras que ese "algo" no iba a llegar, tenías esperanzas. Porque como seres racionales que somos creemos en las casualidades, pero las solemos confundir con el destino, aún cuando ese es un pensamiento subjetivo. Sabemos desde el principio que no va a pasar. Aún así, Cenicienta esperó hasta que su hada madrina llegó. ¿Cómo crees que se pudo sentir Cenicienta? Presa en una cárcel de cristal, sola en el mundo. Pero sin embargo, tenía la esperanza puesta en el mañana. Quizás digas que es un personaje ficticio, sí, lo es, pero sus preocupaciones son tan reales como las tuyas, o las mías. Ese "algo" está presente en ambas narraciones. Ella aún cree en ese fantasma que la sigue camuflado de soledad. La cuestión no es si tenemos o no tenemos ese fantasma, la cuestión es si decidimos huir de él o enfrentarlo. Aunque el mundo es objetivo, nuestra mente puede no serlo y hacer que salgan maravillas de esa boquita que tienes, de esa boquita que todos tienen, y esa forma de expresarte es nuestro "fantasma". Cenicienta huyó después de esperar a que el príncipe bailara con ella, porque no tenía otra opción. ¿Por qué huyes tú cuando aún tienes tiempo? Es estúpido. E insensible. Es despreciar la esperanza que tu corazón albergaba. Y luego lloras y te arrepientes. ¿Acaso eres imbécil? Vuelve atrás, al lugar donde todo empezó y grita a los cuatro vientos que no te rendirás, que no eres un muñeco de trapo, y que tu "fantasma" ya se ha mostrado. Grita con todas tus fuerzas, patalea, pero no te rindas. Porque, si no te cansas de aguardar por ese "algo" escondido, ve tú a buscarlo.

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